21.3.11

 
Cuando querés que alguien te mire, no importa ninguna otra mirada. Vos querés esa mirada, y ninguna mas. Pedimos gritos, desesperadamente, que abran sus ojos y nos miren... que nos vean. 
Somos esclavos de esa mirada, la necesitamos, mas que al aire. 
Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada. Intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un receptor que nos ilumine, quisiéramos brillar para ser mirados.
Lo curioso es que los ojos que mas nos obsesionan, con aquellos que no nos pueden mirar.
La mejor mirada no es la que se nos niega... sino esa mirada que no vemos, la que ignoramos, distraídamente. Esa mirada inesperada, fuera de todo cálculo esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados, y por lo tanto, nos mostramos mejor. 
Una mirada capaz de atravesar la mascara y ver lo que hay detrás. 
Todos somos como luces apagadas, que solo se encienden cuando alguien las mira.
Radiante y más hermoso que ninguno
pero siempre tan lejos.